Una hilera de jóvenes desciende del micro entre sonrisas compartidas. Desde las 4 de la tarde, la comunidad les espera, nucleada en uno de los símbolos del patrimonio local: el Tótem del Acceso Norte. Así se vive la entrada de los y las adolescentes que regresan con sus victorias al cuello.
Durante una semana, la comunidad les acompañó en Mar del Plata, donde fueron las competencias, y a través de las redes sociales, alentando cada uno de sus logros.
Los y las chicas disfrutan el resultado de su esfuerzo, trepan al camión de bomberos que también les espera y desde arriba, observan las vivas de su pueblo hacia ellos y ellas. Suenan bocinas, sirenas, una hilera de autos escolta su llegada por la Avenida Buenos Aires, hasta la Avenida 3, con destino al Polideportivo.
El 14 de septiembre la delegación geselina había partido a las finales con un récord en su historia: 143 competidores. En las tres décadas de existencias de los Juegos Bonaerenses, nunca antes la ciudad había cosechado tantas distinciones, entre las diversas ramas deportivas y culturales que comprende el certamen. Sólo por mencionar a algunas, se encuentran los logros en atletismo, stand up y natación; premiadas con medallas de oro, también fue sobresaliente el desempeño en beach vóley, en lucha, skate, fútbol sub-14 y judo, entre otras categorías, que obtuvieron medallas de plata y bronce.
Un día único, inédito. Por esto, en el Polideportivo la efervescencia social se extiende, la gente les recibe y aplaude, el clima es un mar de alegría y emoción.