31-07-2015
En algún rincón del Museo están las fotos que retrataron la imperdonable salvajada. Las dos viviendas de Carlos Gesell parecían haber sido bombardeadas por saqueadores sin escrúpulos ni memoria. Después de largos años en disputa por el uso de una propiedad (litigio en el que llegó a intervenir la Provincia con el fin de utilizarla para residencia de funcionarios bonaerenses), la primera casa del fundador finalmente pasó a manos de la Municipalidad local y esta decide explotarlo como Museo y Archivo Histórico.
La misma que el Viejo Gesell había hecho de madera y revoque en un alto de un médano a cien metros del mar, con cuatro puertas para burlar los atascos que la arena proponía con violencia en ese páramo desértico, comenzaba su nueva vida el 13 de julio de 1991. “Era un sábado muy frío pero con mucho sol y hasta la primera vivienda de don Carlos se acercaron muchísimos vecinos. Se inauguraba nuestro museo tan anhelado”, recuerda Carlos Rodríguez. La Dirección de Cultura de ese entonces, a cargo de Mirta Aranciaga de Guaita, reconoció a quienes contribuyeron en la puesta en marcha del mismo: Osvaldo Bevaqua, Irene Estévez, Renata Von Wolfersdorff, Clara Quinterno.
A partir de ese entonces, se convirtió en el epicentro de la reconstitución histórica de Villa Gesell. Además del museo propiamente dicho, cuenta con un importante archivo al que recurre todo aquel que se propone investigar más profundamente el filamento identitario de la ciudad. Desde el propio equipo de trabajo del museo salieron también importantes investigaciones escritas y audiovisuales al respecto, además de innumerables eventos e iniciativas desarrolladas para convocar a la comunidad y para insertarse en ella. En ese sentido, Carlos Rodríguez recuerda a Amalia Oestricher de Gesell. “Un ser absolutamente inolvidable por su ternura, por su apoyo incondicional y por su capacidad intelectual. Fue la persona que me acompañó los primeros años a partir de 1991. Bióloga recibida en la UNLa Plata y especializada en la Universidad de UPSALA Suecia, su dominio absoluto del alemán, francés, inglés, sueco y castellano, permitió traducir gran parte de documentos originales de Carlos y Silvio Gesell del alemán y la responsable de las guiadas para extranjeros. Las publicaciones sobre ecología y naturaleza estuvieron a su cargo y todavía hoy son requeridas. La emoción del recuerdo me embarga. En nuestro libro sobre la historia del Museo ella tiene su lugar y el recuerdo de todos los que trabajamos con ella hasta que nos dejó en el 2002”.
La vivienda fue acondicionada en cinco salas abiertas al público durante todo el año, en donde pretende recrearse la vida y obra de Carlos Gesell a través de fotografías, manuscritos, documentos e inventos propios, además del mobiliario original y objetos personales de su vida cotidiana. Así, pueden verse la cocina y el baño, pero también una sala dedicada a Silvio Gesell, padre del fundador y notable economista, a quién Carlos siempre le rindió respetos y reconocimientos.
En sus 24 años de funcionamiento como Museo Histórico fue visitado por 250 mil personas. ¡Un cuarto de milón! Una cifra impresionante que da cuenta de la relevancia que el lugar fue alcanzando en el desarrollo de nuestra ciudad. Y que sigue ahí, vigente, mirándonos de reojo. Tal como lo hacen la conciencia y la memoria.